Solemos ser conscientes de qué pecados forman parte de nuestra personalidad o en qué vicios incurrimos más en nuestro día a día. Muchos de estos pecados afectan a nuestras relaciones personales e incluso laborales, pero ¿te has parado a pensar cómo afectan los 7 pecados capitales a tu economía personal?

Historia y origen de los pecados capitales

Se han escrito libros, películas e incluso poemas sobre los 7 pecados capitales, pero quizás desconoces su origen o porqué la lista incluye sólo siete de las pasiones humanas más pecaminosas.

Originalmente, los 7 pecados capitales eran ocho: ira, soberbia, vanidad, envidia, avaricia, cobardía, gula y lujuria. Pero en el siglo V el sacerdote rumano Juan Casiano cambió la cobardía y la vanidad por la pereza, reduciendo la lista de las pasiones humanas pecaminosas a siete. Sin embargo, la iglesia no aceptó esta lista de pecados capitales hasta el siglo VI. Sin embargo, los 7 pecados capitales pasaron a formar parte importante del ideario colectivo cristiano cuando Dante Alighieri los introdujo en su obra maestra "La Divina Comedia" (siglo XIV).

Los 7 pecados capitales y qué significan

Los 7 pecados capitales representan una serie de vicios o deseos inmorales dentro de la moral cristiana. Los pecados capitales dan lugar a otros pecados, por eso son denominados “pecados capitales” -es decir, que constituyen la “cabeza” o el principio de otros pecados-. Además, para satisfacer estos vicios muchas veces es necesario incurrir también en otros pecados. Por eso, aquellas personas que son consumidas por alguno o varios de estos pecados capitales, se deshumanizan y deshumaniza a los demás, ya que pasan a ver a sus semejantes como meros instrumentos u obstáculos para obtener sus deseos.

En otras palabras, cada pecado es un exceso de deseo obsesivo por algo, ya sea material o abstracto. Como toda obsesión, tiene efectos negativos en nuestras relaciones interpersonales, laborales ¡e incluso económicas!

Lujuria

Como es bien sabido, la lujuria se basa en la búsqueda del placer sexual de manera incontrolada, sin límites. incontrolado. Originalmente, la palabra “lujuria” sólo hacía referencia al “lujo desmedido” o “derroche excesivo”. Fue la introducción del cristianismo en Roma lo que modificó el término, pasándose a entender la lujuria como una especie de compulsión sexual que genera actitudes deshumanizantes y degenera en obsesión.

Por supuesto, la lujuria puede crear un agujero de deudas en nuestra economía si no somos capaces de controlar nuestros impulsos a la hora de comprar accesorios y juguetes sexuales (que no son nada baratos), o si acudimos con asiduidad a salones eróticos.

Gula

En un principio este pecado incluía tanto la gula como la embriaguez. En ambos casos, se trata de un consumo desmedido e incluso dañino de comida y bebida. Al comer o beber de manera irracional y voraz, la gula afecta negativamente al pecador tanto física como socialmente.

El impacto económico de la gula es directo, ya que se gastan cantidades ingentes de dinero en caprichos, restaurantes, picar entre horas, productos exóticos, etc. Por otro lado, la gula también es un pecado con graves consecuencias para la salud que, a la larga, se convertirán en un gasto de dinero importante: diabetes, problemas cardíacos, problemas digestivos, sobrepeso, fallo hepático, etc.

Avaricia

La avaricia sigue basándose en el exceso irracional de los pecados capitales, pero se centra en la obsesión por poseer bienes materiales y riquezas. Según Tomás de Aquino, la avaricia es “un pecado contra Dios, al igual que todos los pecados mortales, en lo que el hombre condena las cosas eternas por las cosas temporales. Además, los medios dejan de importar con el objetivo de conseguir dichos bienes y riquezas: robo, asalto con violencia, engaños, manipulación, etc.

Aunque la avaricia podría relacionarse con la mejora de las finanzas personales porque se centra en la acumulación de bienes materiales, lo cierto es que a largo plazo no genera ni ahorro ni beneficio. En otras palabras, la avaricia no permite que el dinero se utilice de manera efectiva, nos fuerza a ahorrar sin objetivos y niega el gasto necesario o aquel que nos pueda reportar ganancias a largo plazo.

Pereza

La pereza también podría entenderse como un exceso, pero a la inversa que otros pecados capitales: un exceso de inacción. En otras palabras, la pereza es la incapacidad de hacerse cargo de la propia existencia, del cuidado propio, ajeno y hacia Dios. La pereza engendra otras bajas pasiones humanas como la tristeza, la desmotivación o el aislamiento.

Obviamente, la pereza tiene un gran impacto en nuestra economía personal porque nos imposibilita realizar ninguna acción positiva como aprender a ahorrar, invertir, planificar nuestras finanzas o, incluso, ganar dinero. Además, como efecto secundario de la pereza, terminamos gastando más dinero en servicios como comida a domicilio, servicio de limpieza, taxi, etc.

Ira

Dante Alighieri describe la ira como “amor por la justicia pervertido a venganza y resentimiento”. Se trata de un pecado que se nutre del exceso de cólera que brota de manera incontrolable. Aunque un arrebato de ira puede estar justificado, si se materializa de forma descontrolada se convierte en un pecado capital peligroso para el pecador y para los demás.

Además de romper objetos que necesitamos para nuestra vida cotidiana, podemos terminar tomando decisiones equivocadas por culpa de la ira. Es importante pararse a pensar si la compra que vamos a realizar es necesaria, si merece la pena discutir con tu compañía telefónica o si echarle la bronca de malas maneras a nuestro principal proveedor y tener que buscar uno nuevo nos beneficia en realidad. Al final la ira afecta a nuestra energía, nuestra capacidad de razonamiento y a nuestra empatía, lo cual se traduce en pérdidas de oportunidades o en gastos compulsivos innecesarios.

Envidia

Definido por el Diccionario de la Biblia Cristiano como “sentimiento de pesar por el bien ajeno”, la envidia se basa en el deseo de obtener lo mismo o más de lo que tienen otros. Al igual que el resto de los 7 pecados capitales, la envidia genera otras pasiones humanas como los celos, la rivalidad o la amargura para quien peca.

En la era de las redes sociales, es difícil contener las ganas de tener lo que los demás parecen tener. Podemos terminar incurriendo en deudas por comprar cosas que no necesitamos o ir a sitios que no nos podemos permitir simplemente por parecernos más a los influencers “de moda” de Instagram. Incluso se dice que hay gente que compra boletos de lotería por envidia preventiva, es decir, por no quedarse atrás en caso de que a otras personas les vaya bien.

Soberbia

La soberbia es un exceso de ego, es decir, significa creerse mejor que el otro, mirar por encima del hombro, pensar que las demás personas no son dignas de atención. En palabras de Santo Tomás de Aquino, la soberbia es “el apetito desordenado de la propia excelencia de uno mismo”, aunque él no lo consideraba un pecado mortal en comparación con el resto de pecados capitales.

Financieramente, la soberbia nos puede nublar la mente y tomar decisiones equivocadas por no escuchar a los demás o por sentir que somos más listos que el resto. Terminaremos perdiendo el dinero en proyectos porque no sabemos ceder, aceptar cuando nos equivocamos o atender a los consejos de los demás.

Los 7 pecados capitales y el ahorro

Como hemos visto, los 7 pecados capitales se nutren del exceso, los impulsos irracionales y el descontrol de las pasiones humanas. Para no dejar que tus vicios afecten de manera negativa a tu economía, lo más importante es ser consciente de tus finanzas personales, conocer tus hábitos de consumo y crear planes de ahorro que frenen el gasto superfluo motivado por tus pecados.

Si alguno de estos 7 pecados capitales resuena con tu estilo de vida, quizás es hora de que pongas tu dinero a buen recaudo ¡y evites comprar siguiendo tus impulsos pecaminosos! En otras palabras, si consigues controlar tus patrones de consumo irracionales, serás capaz de ahorrar dinero para invertirlo en satisfacer tus deseos de una manera más sana, racional y ¡libre de pecado!