Aunque existe la creencia popular de que comer sano es más caro, lo cierto es que no es así. Según un experimento de El Comidista de El País, una familia de 2 adultos y dos niños gasta de media 9,43 € en una comida o cena saludable, y 11,66 € en una insana.
Sin embargo, comer sano y ahorrar no solo es cuestión de decantarse por productos frescos de temporada, también hay que organizarse bien con los menús para exprimir al máximo el presupuesto asignado a esta partida.
Lucía Barroso nos cuenta cómo planificando su rutina alimentaria por cuestiones de salud y para ganar tiempo, acabó dándose cuenta de que, ¡también se estaba ahorrando un dineral!
“Hace un tiempo decidí empezar a comer sano y a planificar mis comidas para no recurrir siempre a lo primero que tengo a mano o, peor aún, a los alimentos precocinados Mi intención, además de mejorar mi salud, era dejar de perder tiempo en el tema comidas (qué me preparo para mañana… Me falta esto del súper... Ponte a cocinar…), pero me encontré con un importante beneficio añadido: el ahorro.
Comprar productos naturales y cocinarlos yo misma me supone una gran diferencia a fin de mes en relación a los alimentos elaborados o semielaborados. En ocasiones, cuando no tenía las comidas solucionadas, solía coger algo de la máquina expendedora del trabajo (un sandwich, un snack de chocolate, unas chips…) o me bajaba al bar a tapear.
Pues bien, tras suprimir estos disparates gastronómicos, mi bolsillo empezó a notarlo. Eso sí, para dejar estos hábitos, tuve que aprender a organizarme mejor con la compra (que también incluye tentempiés saludables para la oficina).
Saber lo que voy a comer, como mínimo, los próximos 6 días me permite ir al supermercado con las ideas claras. Hacer una lista con todos los ingredientes que voy a necesitar para preparar mis menús diarios es una técnica que me está dando muy buenos resultados. Así evito los excesos y aprovecho mejor lo que compro. Solo meto en la cesta la cantidad justa de yogures, la verdura exacta que voy a usar en mi planing de comidas, el pan de toda la semana, etc., ¡menos gasto y menos desperdicio de comida!
Antes de ser metódica con este tema, tenía que tirar muchos productos que no había sabido integrar en el plan de comidas semanal. Desde que me siento a pensar cada domingo en los menús, solo adquiero lo que necesito para cocinarlos.
A veces combino ingredientes para preparar varios platos. Por ejemplo, si compro un pollo entero, me aseguro de programar dos recetas con este ingrediente (¡al chilindrón y con tomate son mis favoritas!). Y, si hay algo de oferta, procuro planificar alguno de los menús de la semana con ese ingrediente.
Mi próximo objetivo es comenzar a pensar en lo que voy a comer a un mes vista para beneficiarme de los 2 x 1 o 3 x 2 y de otras promociones de volumen similares.
Con respecto a la preparación de los menús, algunas semanas, debido a mi trabajo, no tengo tiempo para cocinar cada día, de modo que hago todos los menús durante el fin de semana y luego congelo cada comida para tenerla lista al llegar de la oficina. Por la noche siempre ceno algún plato frío y ligero o cereales, eso me da algo más de margen cuando hago la compra.
De vez en cuando, para no dejar de disfrutar del placer de la improvisación, como fuera o encargo comida a algún restaurante con el dinero que me ahorro.
Como veis, comer sano y de forma ordenada no solo es bueno para la salud, ¡sino también para el bolsillo!